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Primer Desvío: Gallos - Elizabeth Bishop

  • Foto del escritor: Imanol Hammurabi Rodriguez Mac Lean
    Imanol Hammurabi Rodriguez Mac Lean
  • 26 abr 2022
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 13 ene 2023

Gallos


A Franco Rivero y su ryguasume


A las cuatro de la mañana

en la oscuridad de plomo azul

escuchamos el primer canto del primer gallo


Justo debajo

la ventana de plomo azul

e inmediatamente un eco


en la distancia,

entonces uno, desde el tejido del fondo,

entonces uno, con una insistencia horrible,


raspa como un fosforo mojado

desde el huerto de brócolis,

lumbres, y en todo el pueblo lo empiezan a captar.


Cantos por todos lados

vienen de la puerta de la letrina,

del piso enchastrado del gallinero,


donde en la bruma azul

sus esposas ruidosas les admiran,

y los gallos sostienen sus patas crueles y escudriñan


con ojos estúpidos,

mientras desde sus picos remontan

el incontrolable, canto tradicional.


Profundo, desde pechos inflados,

vestidos de medallas verde-doradas,

para liderar y aterrorizar al resto,


sus numerosas esposas

ordenadas a vivir como gallinas

destinadas al cortejo y al desprecio;


Profundo desde gargantas crudas

un orden sin sentido flota

sobre el pueblo. Un gallo festeja


sobre nuestras camas

desde tinieblas oxidadas

y rejas hechas con elásticos de camas viejas,


sobre nuestras iglesias

donde el gallo de lata se sostiene,

sobre nuestras casitas norteñas de madera,


pegando atropelladas

desde todos los caminos embarrados,

marcando mapas como Rand McNally's:


alfileres de cabeza,

dorados-aceite y verdes-cobre,

azules-carbón, alizarinos,


Cada uno

dispuesto en perspectiva;

cada alarido ¡Acá es donde vivo!


cada alarido

¡Levantate! ¡Deja de soñar!

Gallos ¿Qué están proyectando?


Ustedes, que fueron elegidos por los griegos

para ser asesinados en un poste, que se resistían

al ser sacrificados, ustedes de quienes dijeron


Qué combativos...

qué derecho tienen en darnos

ordenes y decirnos cómo vivir,


cantan ¡Acá! y ¡Acá!

y nos despiertan acá donde hay

amor no correspondido, orgullo y guerra?


Tu corona roja

puesta sobre tu cabecita

esta cargada con toda tu sangre de riña.


Si, esa protuberancia

hace tu presencia más viril

sumada a toda esa vulgar belleza iridiscente


Ahora en el aire

se agarran entre dos.

Y ya cayó la primera pluma de fuego


y uno esta volando,

desafiando con un heroísmo salvaje

hasta a la sensación de la propia muerte


y uno cayó

pero aún sobre el pueblo

sus plumas arrancadas, ensangrentadas van cayendo;


y lo que cantó

no importa. Está tirado

en la parva cenicienta, ya ahí, en la mierda


con sus mujeres muertas

con sus ojos abiertos, sangrantes,

mientras sus plumas metálicas se van oxidando


El pecado de San Pedro

fue peor que el de Magdalena

el de ella fue solo de la carne;


de espíritu, el de Pedro,

cayendo, en las llamaradas,

entre los sirvientes y oficiales.


Vieja escultura sagrada

puede reunir

en una pequeña escena, pasado y futuro:


Cristo parado atónito,

Pedro, con dos dedos levantados

hacia labios sorprendidos, ambos como si estuviesen confundidos.


Pero en el medio

se ve un gallo chiquito

tallado en una columna oscura en el travertino,


explicado por gallus canit;

flet petrus bajo ella.

Hay una esperanza ineludible, el pivote;


Si, las lagrimas de Pedro

corriendo por nuestro gallazo,

en sus costados y enjoyando sus espuelas.


Fuertemente incrustado de lagrimas

como una reliquia medieval

espera. Pobre Pedro, enfermo del corazón,


todavía no puede adivinar

que esos cacareos capaz bendicen,

su terrible gallo viene a significar perdón,


una nueva veleta

sobre la basílica y el tinglado

y afuera del Letrán


siempre habrá

un gallo de bronce en un pilar

de pórfido así la gente y el papa capaz vean


que hasta el príncipe

de los apóstoles hace rato

ya fue perdonado, y para convencer


a toda la asamblea

que el niego, niego niego

no es el canto de todos los gallos.


A la mañana

una luz baja va flotando

en el fondo del patio, y va dorando


desde abajo

al brócoli, hoja por hoja;

cómo pudo ser que la noche se volviera desconsuelo?


va dorando

el pechito blanco de la tijereta

y las líneas de nubes rosadas en el cielo


el preámbulo del día

como líneas de infinitas pisadas sobre el mármol.

Los gallos son ahora casi inaudibles


El sol sube

siguiendo para ver el fin

fiel como un enemigo, o un amigo.


1946

Elizabeth Bishop







ree

*Esta entrada fue transcripta escuchando el disco Vertigo Days (2021) de The Notwist

** Traducido de Complete Poems (1991) Elizabeth Bishop. Editorial Chatto & Windus. Londres

 
 
 

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