Lo eterno en nosotros.
- Imanol Hammurabi Rodriguez Mac Lean
- 10 abr 2023
- 5 Min. de lectura
Hay un chamamé, ya clásico y perteneciente al cancionero popular, que se llama Adiós ciudad de Mercedes y que comienza con un recitado que dice así:
Nosotros que llevamos la boca florecida
por decir cosas bellas y cantar al amor
Creo que esos dos versos, que se levantaron el domingo mientras creía que iba a llover, es una frase colectiva que podría nombrarnos a quienes habitamos el libro de Kevin que hoy presentamos. Porque En lo visible y en lo cercano, es un libro verdaderamente comunitario. No solo por los espacios por los que Kevin habitó para escribirlo, sino por la cantidad de nombres propios que están ahí. Siento, que es un acto un poco mágico, como de invocación el nombrarlos, vamos por eso:
Kevin, Marisa, Sari, Fer, Noe, Angel, Gabi, Analia, German, Cristi, Mari, Martín, Paula, Mía, W., Tere, Candida, el Negro, Ima, Gabriel, Nedi, Rosita, Alicia, Tití, Graciela, Veronica, Adriana, S., A., Ale, Ariel, Gastón, P., M., E., Guillermina, Doris, Milena, Fabi, Silvia, Norma, Dany, Marisol.
Creo, no falta ningúno, sacando todos los nombres de los y las autoras que Kevin cita durante todo el libro. Para ser una ventanita comunitaria, entramos bastante. ¡Ni todas las novelas de Saer juntas tienen tantos personajes litoraleños!
Encima, si nos atenemos a la hipótesis de que este libro es un gran poema, claramente ni el Gualeguay. Hay una idea de Meschonnic que dice que un poema es una forma de lenguaje que modifica una forma de vida y una forma de vida que modifica una forma de lenguaje. Una estrella que al caer al ras cambia el mundo al ras. Esa es una, que Kevin en esta forma de andar con el lenguaje, del ir y venir entre temas como la política, la mediación de lectura, la intimidad, los sentimientos, la teoría y la crítica literaria, el trabajo comunitario, el despliegue de escenas, los recuerdos, ha creado una modificación vital que se nota en su modo de escribir, de hablar. Una conjunción propia entre poesía y vida.
Un día una amiga, mientras hablabamos de talleres y la mar en coche, me dijo: vos lo pensas así porque venis de la burbuja Kevin.
Entonces poema-burbuja-Kevin. Es verdad que vengo de ese poema-burbuja. Pero es también verdad que es un Kevin el que ha quedado ahí cristalizado. Como si el mismo dejara esa, una migaja de sí en el camino. Con la velocidad y la soltura que tiene el deseo en la vida de Kevin, no es menor que una estela de su vuelo quede impregnada acá. Tengo esto escrito en la contratapa de este libro, algo que escribí quien sabe cuando:
Que este libro exista es una maravilla.
Este libro es la existencia de un Kevin mediador de lectura y pensador de la literatura que tal vez ya no existe. En mi caso es aliviador, porque el Kevin maestro está desparramado acá adentro. Palpita en intensidad de la que está pobladisimo este libro. Acá dejo una hipótesis: un libro es el aparato donde se puede dejar reunido, todos los momentos en que uno cargó de sentido su existencia, para permitirle al lector subirse al bote de la ética del sentido y tomar partido por el.
Creo que el Kevin sentado por ahí, es y no es este libro, pero sí que este libro es un Kevin con el cual hemos tallereado, aprendido, charlado, editado y vaya a saber uno cuantas cosas más. Estas ideas no responden tanto a querer armar una esfera luminosa de teoría, sino a cumplir esa idea que Jaime Gil de Biedma, como una estrella que cae al ras, sostuvo: que el nunca quiso ser poeta, sino poema. Kevin es entonces, en este libro, un gran poema.
Vamos entonces con un fragmento:
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Traigo este fragmento, para mostrar unos cuantos rodeos a los que me lleva, siguiendo la idea de Freud, de que Eros, vida, es puro rodeo, pura construcción y complejidad antes la simpleza inmediata de la muerte. Este rodeo van a ser tres escenas, que van a traer tres carozos.
1- Hace casi dos años realicé el viaje más grande de mi vida hasta ahora. Podía llevar pocos libros en mi valija y uno de los que elegí fue este. En lo visible y en lo cercano. Sabía ya desde que lo tuve entre las manos, que si leía todos los días este libro, la buenaventuranza iba a ser más buenita conmigo. Claramente no lo hice, como dice la Fer acá presente, a los planes se los lleva el diablo. Pero un día, mirando unos montes desde una terraza, abrí el libro y ese fragmento me encontró. Lo leí más de una vez. Recordé, en ese nudo que es la amistad, que este año se cumplirían ya 10 años de la muerte de mi mejor amigo. Imaginé formas colectivas de recordarlo en mi pueblo, escenas que supuse serían solo fantasías, hasta que encuentro esto, que suena a un homenaje. Siento también, que es un acto un poco mágico, como de invocación el nombrarlo: Nahue.
2- En un dialogo entre Borges y Sabato, Borges se quejaba de que la gente habla demasiado de los políticos. Que la gente lee mucho el diario y que eso le dicta sobre qué se tiene que hablar. Sabato entonces recuerda que ellos pasaban momentos muy copados en alguna de las casas con sus amiguetes: Bioy Casares, las hermanas Ocampo, etc. Borges afirma, dice que sí, que en esos momentos se encargaban de lo eterno: de la literatura, de la filosofía, de la ciencia. Sabato le contesta que sí se hablaba de política ahí también, que había política en esas conversaciones. Borges afirma nuevamente, pero dice que se hablaba sobre política, no sobre políticos. Termina el fragmento diciendo que el jamás leería el diario, porque eso que sucede ahí, pasa y se esfuma, cada día.
3- Cuando eramos niños mirábamos con mi hermano, un anime que se llamaba Trigun. Era sobre un pistolero legendario que vivía en un mundo desértico y posapocaliptico donde la sociedad había vuelto a vivir en una especie de lejano oeste. Vash Estampida, como se llama, era, aún en esa realidad, un pacifista. Resolvía todos sus conflictos sin matar a nadie. Ahora que con mi hermano estamos mirando una nueva versión que han sacado del anime, veo en Vash a alguien muy parecido a Jesucristo. Pero no era Vash mi personaje favorito, no, era Nicholas D. Woolfwood. Woolfwood es el compañero de viaje de Vash, un cura que anda cargando una cruz, que es en realidad un arma gigante. Woolfwood es lo contrario a Vash: es sanguinario y no cree que los conflictos puedan resolverse sin que alguien tenga que morir. Finalmente, el que muere, en el anime, después de cambiar su forma de vivir, aprendiendo de la vida de Vash, es Woolfwood. Recuerdo haber llorado mucho esa muerte en la ficción. Es más, tengo recuerdos de hablar con Woolfwood en la noche. Preguntadole cuestiones infantiles sobre viajes, sobre el amor, sobre la vida.
Estos tres fragmentos responden a tres ideas diferentes: a lo intimo, a lo eterno y a lo ficcional. Creo que el prologo de Marisa Negri, con sus verdades poéticas, guardadas cuidadosamente en el alajero de su abuela, ilustran también estas tres dimensiones de lo vital. Vamos seguro cuando los mayores ya están parados sobre el embalsado.
Kevin nos ha mostrado que la literatura sirve para decirlo todo, para hablar de aquello que no se esfuma y pasa cada día. Sino señalar que lo eterno está en el vinculo, en la conversación cuidada, en aquello que nos atraviesa y a veces no podemos decir, en el amor, en el cariño y en sostener todas estas ideas, sostenerlas en los espacios comunitarios como este, mostrando en acto, otra forma de hablar. Son estas palabras, también, ojalá, una ficción que le da la mano a lo intimo. Una instalación leve de la realidad del poema.
Este libro, por ser para mí, ya un clásico, iluminara siempre, lo eterno de, en y con Kevin y en un mismo movimiento, misterioso como es el carozo de lo poético y de la lectura, iluminará, cada vez que lo abramos, lo eterno en nosotros.
Paraná, 23 de marzo de 2023

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